
No queda claro si es una apología contra las guerras o si trata de arremeter contra la cultura mostrando más cultura. En efecto, utiliza la ciencia, el arte, la fotografía y la guerra como eje argumental, mezclándolos en la coctelera sin una clara intención. Además da la sensación que el autor piensa que las guerras, más que una forma de manifestar la condición humana, son fruto del azar y de ese engranaje sideral cuyo culpable es el caos y la casualidad. Por otra parte su análisis de la condición humana, adornado por toda la novela con anécdotas e historias de dudoso gusto no deja de ser superficial, sin consecuencias. El protagonista acaba como empieza.
En definitiva una más de este autor cuyo declive se acrecienta a la vez que aumenta su fama. Lástima por los seguidores que esperaban un cambio de tendencia en este conocido escritor.
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