jueves, 13 de agosto de 2009

Cuando fuimos agua, de Antonio López del Moral

Cuando Fuimos agua es un paseo por el lado oscuro del amor, una mirada a sus furtivos acompañantes, el deseo y la insatisfacción. Es una historia urbana cuya lectura me recuerda a las novelas de George Simenon, con su descripción de los diferentes sentidos. En esta novela el lector huele a sexo, lo toca y saborea en cada página; en ella los personajes se desnudan de su cotidianeidad para mostrarse tal y como son, sin otras pretensiones. Buen final, coito interrupto incluido.
Estamos ante un grande de la narrativa actual; No sólo por sus anteriores éxitos literarios, ni por los premios obtenidos. El autor sigue fiel a su causa y lo vuelve a demostrar con un estilo magnífico donde, desde la concepción de la historia hasta el sublime tratamiento de los personajes, todo en ella está muy cuidado. Lástima quizás que se trate de un relato breve del que se podría haber obtenido más si se hubiera profundizado en su trama. El final, aunque inteligente, esta falto de la pausa que necesita la novela; el autor cierra con inteligencia el círculo pero de manera apresurada, como si el climax le hubiera agotado y ya no pudiera continuar. De esta manera queda al final una cierta insatisfacción sin la cual estoy seguro que estaríamos ante una novela que hubiera ganado la sonrisa vertical que todos llevamos dentro.

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