martes, 18 de junio de 2013

El Tango de la guardia vieja de Arturo Pérez Reverte

Siempre que cae en mis manos un libro de Arturo Pérez Reverte comienzo su lectura de manera indulgente, en agradecimiento de otros tiempos en que disfruté con verdadera pasión la lectura de sus novelas. Es un autor en plena madurez y siempre es muy interesante valorar, no solo su nueva novela, sino lo que aporta en el conjunto de su producción. El cambio de estilo de sus últimas novelas no se ha producido con la calidad que esperaba, mostrando el autor síntomas de fatiga en unos argumentos, sólidos como siempre, pero con unos personajes que no llegan a transmitir la misma intensidad de siempre.

La novela nos cuenta la historia de Max Costa y Mecha Inzunza. Tres situaciones se despliegan en El tango de la Guardia Vieja: Una extraña apuesta entre dos músicos, que lleva a uno de ellos a Buenos Aires en 1928; uno de los amigos se llama Maurice Ravel, y compondrá un bolero que se hará famoso. El otro, Armando de Troeye, español y muy rico, deberá componer un tango que compita en honores con la pieza del francés. Para ganar la apuesta, De Troeye viaja a Buenos Aires con su mujer Mecha Inzunza. Durante la travesía en el lujosísimo transatlántico Cap Polonio, el matrimonio conoce a Max Costa, un apuesto bailarín de tangos con habilidades dispares —y algo más inquietantes que bordar unos pasos de baile— que se ocupa de entretener a las señoras a bordo del barco. Le seguirá un asunto de espionaje en la Riviera francesa en 1937, durante la Guerra Civil española. Es entonces cuando tiene lugar el segundo encuentro entre Max y Mecha, rodeados de refugiados españoles adinerados que se habían asentado en la Costa Azul hasta el final de la contienda fratricida. Todo concluirá con otro breve encuentro de la pareja protagonista, el tercero, durante los días en que transcurre una inquietante partida de ajedrez que se celebrará en el Sorrento de 1966.


La novela está narrada en tercera persona pero la gran técnica del autor hace que parezca relatada por los protagonistas. Max es una mezcla de truhan y señor que nació en ambientes humildes. Llama la atención por su elegancia y porte distinguido y saca mucho partido de sus escasas lecturas diciendo citas de aquí y de allá para luego emplearlas ante sus presas femeninas. Los reveses de la vida le vuelven escéptico y durante la novela actúa como un antihéroe. Al final las arrugas de su cuerpo son también las de su alma.

Mecha, por su parte, procede de un ambiente privilegiado, y es el lado opuesto a Max: de familia adinerada y con una educación exquisita. Aun así busca sobrevivir en un mundo en el que ni siquiera la belleza o el dinero son garantía de éxito. Mecha no recuerda a las  heroínas a las que el escritor suele recurrir, luchadoras empedernidas con principios sólidos que marcan el destino de su vida para sobrevivir.

La novela es un continuo tango con su música de guitarra y sus tristes historias de las cosas del amor. El tango es el verdadero vertebrador de la historia y junto con los protagonistas Max y Mecha aparecen el collar y el guante presentes durante toda la historia. Hay mucho Alejandro Dumas en la narración y en los personajes.


El autor hace un gran esfuerzo en recrear las distintas épocas con multitud de detalles que dan veracidad a la historia, recreándose en la descripción de pequeños detalles como joyas y vestuario. Ha realizado un gran esfuerzo documental que se agradece en la lectura y que invita al lector a profundizar al margen de la lectura en los tres escenarios. Especialmente brillante es el primero, en el Cap Polonio. Nos cuenta con maestría el origen del Tango y su evolución posterior y la búsqueda de la perfección. Mantiene en constante tensión a los personajes y abundan los secundarios, también muy trabajados. De lectura fácil, escrita como casi siempre en clave cinematográfica, el autor retoma la senda que inició con La piel del tambor, aunque la estructura de la novela recuerda a Travesuras de una niña mala de Mario Vargas Llosa. Hay una mejora en esta novela y una vuelta a los orígenes que tanta fama le dio. En definitiva un libro que recuerda a la buena literatura.

1 comentario:

Sara dijo...

Me interesan mucho tus comentarios sobre el libro,lo leere